jueves, 28 de febrero de 2013

GRACIAS A TI, BENEDICTO, GRACIAS A TI


AUNQUE YA NO SEAS EL PASTOR 
QUE GUÍA PERSONALMENTE SU REBAÑO, 
LE HAS DEJADO TAN ABUNDANTES Y SELECTAS PROVISIONES 
QUE PODRÁ VIVIR MUCHOS AÑOS DE TUS RENTAS.

martes, 26 de febrero de 2013

LOS HOMBRES DE BENEDICTO (I). MONS. GUIDO MARINI


Mons. Guido Marini, es un sacerdote nacido en Génova en 1965. En octubre de 2007 fue nombrado Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Gracias a su profesionalidad, elegancia y competencia litúrgicas, ha hecho posible que el pensamiento litúrgico del Papa Benedicto no quedase en letra muerta o simple erudición de experto, sino que lograra plasmarse y manifestarse en la realidad concreta de cada celebración litúrgica. El Papa y su maestro han enseñado al mundo entero, durante estos casi seis años de trabajo conjunto, la sobria e irresistible belleza del rito romano, digna de ser imitada en todo el occidente cristiano. En plena sintonía con el Papa Benedicto, Mons. Guido Marini ha liberado el culto católico del pauperismo postconciliar y de las amenazas siempre latentes de falsas e inútiles inculturaciones que suelen revivir con ocasión de los viajes papales. En calidad de maestro de ceremonias Mons. Marini participará también en el próximo cónclave, hecho que nos llega de gozo. Y aunque es posible que este evento de la vida de la Iglesia no esté exento de tensiones, sí hay algo de lo que podemos estar seguros: las ceremonias litúrgicas que se realizarán en la Capilla Sixtina bajo las órdenes de Don Guido serán para mucha gloria de Dios. Sea quien sea el futuro Romano Pontífice que Dios regale a su Iglesia, está claro que no podrá prescindir de un hombre así. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

SÚPLICAS BREVES POR EL PAPA


Tomadas del Breviario Romano

O Dómine Iesu!
Papam nostrum Benedíctum prótege;
Papam nostrum Benedíctum consérva;
Papam nostrum Benedíctum defénde;
Papam nostrum Benedíctum tuis donis reple;
Papam  nostrum Benedíctum vivífica;
Papam nostrum Benedíctum tuére;
Papam nostrum Benedíctum sóspita.
Amen.

¡Oh Señor Jesús!
A nuestro Papa Benedicto, protégelo, consérvalo y defiéndelo;
llénalo de tus dones y vivifícalo;
vela por él y sálvalo.
Amén.

viernes, 15 de febrero de 2013

PADRE IBÁÑEZ LANGLOIS RESPONDE A TEÓLOGOS DE LA RENUNCIA


En estos días desde Cardenales a periodistas de todo el mundo han comenzado a teorizar sobre la renuncia del Papa Benedicto. Unos pretenden sacar provecho teológico para sus fantasiosas ideas eclesiológicas; otros, más modestos, buscan simplemente el sensacionalismo que suele ir unido a un gran evento noticioso. A unos y otros  el padre Ibáñez, en breve carta al Mercurio de Santiago de Chile (15 de febrero de 2013), los llama a la humilde actitud de atenerse al simple sentido común. 


Viernes 15 de febrero de 2013

Señor Director:

La renuncia de Benedicto XVI ha suscitado, como es lógico, múltiples interpretaciones. Algunas de ellas ven toda clase de sentidos ocultos por debajo del sentido obvio, a saber, que estaba agotado, que no daba más. Imagino que de existir esos mensajes cifrados -sobre todo los que marcan un nuevo rumbo en la historia de la Iglesia-, los daría a conocer él mismo, en vez de entregarlos a las conjeturas de los intérpretes.

J. Miguel Ibáñez Langlois

Fuente: http://www.elmercurio.com/blogs/2013/02/15/9280/Renuncia-del-Papa.aspx

lunes, 11 de febrero de 2013

¡SEÑORA Y VIRGEN SANTA DE LOURDES! REGALA PRONTO A TU IGLESIA UN BENEDICTO XVII

 
El anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI a la Sede de Pedro nos deja casi más tristes y perplejos que si se tratara de una muerte súbita. La experiencia de un Papa dimitido nos es tan extraña que no nos será fácil acostumbrarnos a ella. Pero aceptamos la soberana decisión del Sumo Pontífice, tomada libremente, en conciencia, y en la presencia de Dios. Como hijos suyos nos hubiera gustado retenerlo el máximo tiempo posible como a nuestro Padre común, hasta que Dios dispusiera otra cosa, sosteniéndolo con nuestra oración, con nuestra caridad, con nuestro cariño, con nuestro reconocimiento lleno de gratitud. Sin embargo, aunque no será ya el Santo Padre, seguirá siendo para nosotros un padre santo que ha entregado su vida día a día al servicio a la Iglesia. La herencia que nos deja es inmensa: un magisterio de una altura y finura digno de un Padre de la Iglesia, una liturgia sagradamente elegante en sus dos formas: ordinaria y extraordinaria, y un ejemplo imborrable de humildad y santidad. En el recogimiento de su nueva vida nos ha prometido acompañarnos con su oración. Nosotros, muy unidos a su nuevo Sucesor, sabremos también corresponder con lo nuestro, hasta el día en que Dios le diga:"muy bien siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho, entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25, 23).

domingo, 10 de febrero de 2013

BENITO Y ESCOLÁSTICA: EL ÚLTIMO ENCUENTRO DE DOS HERMANOS SANTOS



Escolástica, hermana de Benito, dedicada desde su infancia al Señor todopoderoso, solía visitar a su hermano una vez al año. El varón de Dios se encontraba con ella fuera de las puertas del convento, en las posesiones del monasterio. Cierto día, vino Escolástica, como de costumbre, y su venerable hermano bajó a verla con algunos discípulos, y pasaron el día entero entonando las alabanzas de Dios y entretenidos en santas conversaciones. Al anochecer, cenaron juntos. Con el interés de la conversación se hizo tarde y entonces aquella santa mujer le dijo: «Te ruego que no me dejes esta noche y que sigamos hablando de las delicias del cielo hasta mañana.» A lo que respondió Benito: “¿Qué es lo que dices, hermana? No me está permitido permanecer fuera del convento.» Pero aquella santa, al oír la negativa de su hermano, cruzando sus manos, las puso sobre la mesa y, apoyando en ellas la cabeza, oró al Dios todopoderoso. Al levantar la cabeza, comenzó a relampaguear, tronar y diluviar de tal modo, que ni Benito ni los hermanos que le acompañaban pudieron salir de aquel lugar. Comenzó entonces el varón de Dios a lamentarse y entristecerse, diciendo: «Que Dios te perdone, hermana. ¿Qué es lo que acabas de hacer?» Respondió ella: «Te lo pedí y no quisiste escucharme; rogué a mi Dios, y me escuchó. Ahora sal, si puedes, y vuelve al monasterio.» Benito, que no había querido quedarse voluntariamente, no tuvo, al fin, más remedio que quedarse allí. Así pudieron pasar toda la noche en vela, en santas conversaciones sobre la vida espiritual, quedando cada uno gozoso de las palabras que escuchaba a su hermano. No es de extrañar que al fin la mujer fuera más poderosa que el varón, ya que, como dice Juan: Dios es amor, y, por esto, pudo más porque amó más. A los tres días, Benito, mirando al cielo, vio como el alma de su hermana salía de su cuerpo en figura de paloma y penetraba en el cielo. Él, congratulándose de su gran gloria, dio gracias al Dios todopoderoso con himnos y cánticos, y envió a unos hermanos a que trajeran su cuerpo al monasterio y lo depositaran en el sepulcro que había preparado para sí. Así ocurrió que estas dos almas, siempre unidas en Dios, no vieron tampoco sus cuerpos separados ni siquiera en la sepultura.
(De los libros de los Diálogos de San Gregorio Magno, Papa (Libro 2, 33: PL 66,194-196)

jueves, 7 de febrero de 2013

PIO IX Y LA CONCIENCIA CATÓLICA


El Beato Pio IX, cuya memoria celebra hoy la Iglesia, siendo un joven sacerdote participó en la diplomacia pontificia como componente de una misión Apostólica en Argentina, Chile y Uruguay. En tierra chilena permaneció desde el 29 de febrero hasta el 30 de octubre de 1824. Conoció bien la Patria naciente que visitaba, su gente, su clero, sus costumbres. Acarició incluso la idea de permanecer como simple misionero en estas tierras; sin embargo la Providencia Divina le tenía reservada otra gran misión: dirigir la barca de Pedro por más de 30 años en momentos verdaderamente tormentosos (1846-1878). Mientras navegaba de regreso a Italia, frente a las costas de Chiloé, el Señor no dejaba de regalar con consuelos a su futuro Vicario. “El Señor -escribe en su diario de viaje- me colmaba con sus favores y debo agradecerle de corazón que de vez en cuando me hacía escuchar su voz para darme nuevos ánimos, o, para decir mejor, para removerme de tantos defectos y tibiezas. La navegación es muy oportuna para elevarse a Dios con fervor, porque si siempre estamos en sus manos, aquí nos encontramos en ellas de una manera más sensible, ya que todo contribuye a probar esta verdad y a llamar al espíritu a recogerse con Dios, a reconocer su grandeza, a aumentar la confianza en Él y a esperar en su misericordia: todo esto se experimenta más fácilmente en tiempo de tempestad”. Como Vicario de Cristo, a su condición de hombre afable y humilde, unió la de vir pugnator, la de un valeroso guerrero que defendió los derechos de la Iglesia y de la fe ante la amenaza creciente del liberalismo, el racionalismo y de las renovadas oleadas de anticlericalismo.  Sobre todo fortaleció la conciencia católica de los fieles para que no se acomplejaran ante un mundo que se volvía cada vez más hostil a los valores del cristianismo. Por eso, dos eventos verdaderamente significativos de la historia de la Iglesia del siglo XIX marcan su pontificado: la celebración del Concilio Vaticano I y la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.

miércoles, 6 de febrero de 2013

GLORIAS DEL CATOLICISMO: LA PASIÓN DE SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS MÁRTIRES


San Pablo Miki nació en Japón hacia el año 1565. Ingresó en la Compañía de Jesús y predicó el Evangelio en su país con gran fruto. Como su amado Maestro, murió crucificado el año 1597, junto a 25 compañeros, en Nagasaki, durante la cruel persecución contra los primeros católicos japoneses y sus evangelizadores. Qué la sangre de estos héroes de la fe sea siempre semilla fecunda de la expansión de la Iglesia Católica en el continente asiático.


De la Historia del martirio de San Pablo   Miki y compañeros, escrita por un contemporáneo. (Cap. 14, 109-110: Acta Sanctorum Februarii 1, 769)

“Clavados en la cruz, era admirable ver la constancia de todos, a la que les exhortaban el padre Pasio y el padre Rodríguez. El Padre Comisario estaba casi rígido, los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín daba gracias a la bondad divina entonando algunos salmos y añadiendo el verso: en tus manos, Señor. También el hermano Francisco Blanco daba gracias a Dios con voz clara. El hermano Gonzalo recitaba también en alta voz la oración dominical y la salutación angélica. Pablo Miki, nuestro hermano, al verse en el púlpito más honorable de los que hasta entonces había ocupado, declaró en primer lugar a los circunstantes que era japonés y jesuita, y que moría por anunciar el Evangelio, dando gracias a Dios por haberle hecho beneficio tan inestimable. Después añadió estas palabras: «Al llegar este momento no crea ninguno de vosotros que me voy a apartar de la verdad. Pues bien, os aseguro que no hay más camino de salvación que el de los cristianos. Y como quiera que el cristianismo me enseña a perdonar a mis enemigos y a cuantos me han ofendido, perdono sinceramente al rey y a los causantes de mi muerte, y les pido que reciban el bautismo.» Y, volviendo la mirada a los compañeros, comenzó a animarles para el trance supremo. Los rostros de todos tenían un aspecto alegre, pero el de Luis era singular. Un cristiano le gritó que estaría en seguida en el paraíso. Luis hizo un gesto con sus dedos y con todo su cuerpo, atrayendo las miradas de todos. Antonio, que estaba al lado de Luis, fijos los ojos en el cielo, y después de invocar los nombres de Jesús y María, entonó el salmo: Alabad, siervos del Señor, que había aprendido en la catequesis de Nagasaki, pues en ella se les hace aprender a los niños ciertos salmos. Otros repetían:  ¡Jesús!, ¡María!, con rostro sereno. Algunos exhortaban a los circunstantes a llevar una vida digna de cristianos. Con éstas y semejantes acciones mostraban su prontitud para morir. Entonces los verdugos desenvainaron cuatro lanzas como las que se usan en Japón. Al verlas, los fieles exclamaron: ¡Jesús!, ¡María!, y se echaron a llorar con gemidos que llegaban al cielo. Los verdugos remataron en pocos instantes a cada uno de los mártires.