sábado, 30 de agosto de 2014

MISA CANTADA EN PARROQUIA SANTIAGUINA

El pasado viernes 22 de agosto, la parroquia de la Vera Cruz acogió a los fieles que celebraron la fiesta del Corazón Inmaculado de María con una solemne Eucaristía cantada según la forma extraordinaria del rito Romano. La Santa Misa fue celebrada por el padre Jonathan Romanosky, de la Fraternidad San Pedro, y de visita en Chile. Oficiaron de diácono el presbítero Pedro Félix Salas de la diócesis de San Bernardo y de subdiácono Adolfo Hormazábal del Instituto del Buen Pastor. 

Fotografías de Adrián Buzzetti


miércoles, 27 de agosto de 2014

DIOS QUE HABLA EN EL SILENCIO

Breve reflexión de Benedicto XVI sobre el coloquio místico de san Agustín con su madre santa Mónica. “Instante feliz –recordará años más tarde el santo de Hipona- en que nuestro espíritu subió tan alto, que llegamos, aunque con rapidez a tocar con el pensamiento aquella sabiduría infinita que eternamente subsiste sobre todas las cosas” (Confesiones, Libro IX, Cap. 10)

“También en las Confesiones, en el libro IX, nuestro santo refiere una conversación con su madre, santa Mónica —cuya memoria se celebra el próximo viernes, pasado mañana—. Es una escena muy hermosa: él y su madre están en Ostia, en un albergue, y desde la ventana ven el cielo y el mar, y trascienden cielo y mar, y por un momento tocan el corazón de Dios en el silencio de las criaturas. Y aquí aparece una idea fundamental en el camino hacia la Verdad: las criaturas deben callar para que reine el silencio en el que Dios puede hablar. Esto es verdad siempre, también en nuestro tiempo: a veces se tiene una especie de miedo al silencio, al recogimiento, a pensar en los propios actos, en el sentido profundo de la propia vida; a menudo se prefiere vivir sólo el momento fugaz, esperando ilusoriamente que traiga felicidad duradera; se prefiere vivir, porque parece más fácil, con superficialidad, sin pensar; se tiene miedo de buscar la Verdad, o quizás se tiene miedo de que la Verdad nos encuentre, nos aferre y nos cambie la vida, como le sucedió a san Agustín". (BENEDICTO XVI, Audiencia General, Palacio Apostólico de Castelgandolfo, Miércoles 25 de agosto de 2010)

sábado, 23 de agosto de 2014

RAZONES DE UNA LITURGIA DEVALUADA (Y IV)

La cuarta y última de las razones que ha desvalorizado el culto católico es el evolucionismo litúrgico. “La cuarta idea expresa el evolucionismo imperante", señala Trower. La liturgia debe estar cambiando constantemente porque  la situación de la gente también lo está”, (p. 716). De esta manera la liturgia ha sido sometida a un estresante movimiento en el que muchas veces ni siquiera se percibe la finalidad hacia la cual se camina. Aquí Trower parece alegar un grave error de orden antropológico: “una liturgia constantemente cambiante, viola los principios socio-antropológicos fundamentales según los cuales lo que la gente quiere y necesita con el culto, por encima de todo, es permanencia y estabilidad” (p. 716). Ya lo había advertido Nicolás Gómez Dávila, con su agudeza característica: “Innovar en materia litúrgica no es sacrilegio, sino estupidez. El hombre sólo venera rutinas inmemoriales”. En efecto, una liturgia que no refleja la inmutable estabilidad de lo divino y trascendente pronto deviene en mero espectáculo, perdiendo así su valor intrínseco. Se ha pretendido poner freno a este evolucionismo multiplicando en los libros litúrgicos las posibilidades de realizar determinados ritos. Así, por ejemplo, en la última edición típica del misal romano se recogen hasta trece formularios posibles de plegarias Eucarísticas, algunas de muy escaso valor teológico y espiritual, cerca de cien prefacios, alternativas varias de saludos al pueblo, de actos penitenciales, de bendiciones, admoniciones y un largo etc. Es cierto que la presencia de alternativas puede servir para expansionar el espíritu de quienes parecen asfixiarse ante el exceso de rúbricas o la repetición cotidiana de gestos y oraciones; pero también es verdad que la presencia de múltiples formas para cada acción litúrgica, ha sembrado un cierto relativismo en el clero; por ejemplo, no sería nada extraño que alguien razonara de este modo: si existen más de cien prefacios, ¿qué impide que yo invente otro más para tal o cual celebración? Aunque se trate de alternativas previstas por la autoridad competente, la multiplicación de posibilidades en los ritos de la Iglesia, sin negar que en muchos casos haya supuesto un enriquecimiento, por desgracia también se ha prestado para favorecer la creatividad y consolidar la idea de que en el fondo, en liturgia, da igual hacer las cosas de una manera o de otra. La misma sustitución del término canon (regla fija) por el de plegaria eucarística me parece muy reveladora al respecto.
Como estas ideas portan en sí mismas los gérmenes de su propia descomposición, Trower concluye de modo irónicamente optimista: "Si estas opiniones fueran a perdurar, sería el final, no solo del rito latino, sino de cualquier otro rito. No creo que perduren, porque allí donde lo hicieran, la asistencia a Misa y las vocaciones sacerdotales caerían en picado. Finalmente morirán aunque tengan una vejez protegida” (p. 716).

Entradas anteriores sobre el tema: razones Irazones IIrazones III

jueves, 21 de agosto de 2014

SAN PIO X, PONTÍFICE DE LA EUCARISTÍA Y DEL CATECISMO

Ayer se conmemoró el centenario de la muerte de San Pio X, el humilde y fuerte soldado de Cristo que condujo la Barca de Pedro entre los años 1903-1914. Hoy a su vez celebramos su fiesta litúrgica. Como homenaje a este gran Pontífice de la Iglesia recojo a continuación el extracto final, a modo de piadosa súplica, del discurso que el Papa Pio XII pronunció el día de su canonización, sábado 29 de mayo de 1954.

Retrato del papa San Pio X (1911) del pintor chileno Fray Pedro  Subercaseaux

“Sí, oh San Pío X, gloria del sacerdocio, esplendor y decoro del pueblo cristiano; tú, en quien la humildad pareció hermanarse con la grandeza, la austeridad con la mansedumbre, la piedad sencilla con la doctrina profunda; tú, pontífice de la Eucaristía y del catecismo, de la fe íntegra y de la firmeza inquebrantable; vuelve tu mirada hacia la Iglesia santa, a la que tu tanto amaste y a la que ofreciste lo mejor de los tesoros, que con mano pródiga, la divina Bondad depositó en tu alma; obtén para ella la incolumidad y la constancia en medio de las dificultades y  persecuciones de nuestro tiempo; socorre a esta pobre humanidad, cuyos dolores  tan profundamente te afligieron y que al final detuvieron los latidos de tu gran corazón; haz que en este mundo agitado triunfe aquella paz, que debe de ser armonía entre las naciones, acuerdo fraterno y sincera colaboración entre las clases sociales, amor y caridad entre los hombres, de manera que aquellas ansiedades que de tal modo consumieron tu vida apostólica, se vuelvan, gracias a tu intercesión, una feliz realidad, para gloria de Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea”.
Fuente: vatican.va

viernes, 15 de agosto de 2014

LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA. CONVENÍA


“Convenía que aquella que en el parto había conservado íntegra su virginidad, conservase sin ninguna corrupción su cuerpo después de la muerte. Convenía que aquella que había llevado en su seno al Creador hecho niño, habitara en la morada divina. Convenía que la Esposa de Dios entrara en la casa celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la Cruz, recibiendo así en su corazón el dolor de que había estado libre en el parto, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo que corresponde a su Hijo, y que fuera honrada como Madre y Esclava de Dios por todas las criaturas” (San Juan Damasceno, Homilia II in dormitionem B.V. Mariæ, 14). 

miércoles, 13 de agosto de 2014

HERIDAS EUCARÍSTICAS Y UNIDAD DE LA IGLESIA. EXCELENTE CARTA DE MONS. LIVIERES

Carta abierta de Mons. Livieres a la Iglesia en Paraguay. (Y, por cierto, extensible a toda la Iglesia en Latinoamérica). El mundo sufre una desacralización y en nuestro país esto tiene forma de Teología de la Liberación. La comunión en la Iglesia debe buscarse y hallarse en la Eucaristía, único y verdadero signo de unidad. (Fuente: diocesiscde)

Lunes, 11 de Agosto de 2014                   

Nosotros, Obispos y Sacerdotes, no solo somos testigos de profundos cambios, sino actores comprometidos en esos procesos de transformación que  afectan a diferentes ambientes de nuestra Iglesia. Y, como sucedió muchas veces a través de tantas épocas y lugares, también la crisis actual de la Iglesia radica principalmente en la herida Eucarística, en la irreverencia y falta de cuidado en el trato con Jesús Eucaristía.

En el mundo se sufre una profunda desacralización. En el Paraguay esto tiene forma  de Teología de la Liberación, pero sus devastadoras ideas tuvieron origen en aceptaciones anteriores. Ideas y percepciones que lograron alterar el paradigma original de la relación del hombre con Dios, que era de filial correspondencia. Pretendida sustitución de lo sobrenatural por lo natural, de la Verdad que nos hace libres por una falsa liberación socioeconómica, como si esta pudiera hacerse efectiva sin sacudir previamente la esclavitud del pecado. Una hecatombe que desnudó los altares de Europa, desplazando a Dios y erigiendo al hombre como falso creador de un mundo cada vez más enfrentado a las cosas sagradas.

Ahora, después de años de constantes insinuaciones, la crisis (los problemas) en la Iglesia se hacen más visibles. Una crisis (problemas) que no podrán resolverse a través de un consenso generalizado sobre un cúmulo de ideas, nacidas justamente en un ámbito de creciente pérdida de respeto a lo más sagrado, a la Eucaristía. Por eso es necesario volver a uno de los conceptos fundamentales de este Sacramento,  definido por el Concilio Vaticano II como “…signo de unidad…” (SC47).

El Catecismo nos recuerda que la “comunión de vida divina y la unidad del Pueblo de Dios, sobre los que la propia Iglesia subsiste, se significan adecuadamente y se realizan de manera admirable en la Eucaristía” (1325). La comunión se encuentra en este Sacramento y no en frágiles acuerdos sobre ideas.

La comunión en la Iglesia debe ser buscada y hallada en este excelso “signo de unidad”, en la Eucaristía. Sin embargo, hemos recorrido el camino inverso, cometiendo graves agravios, “heridas eucarísticas”.

Dejemos de maltratar a Dios en nuestra propia Iglesia. Tenemos que advertir sobre las graves consecuencias de recibir la Eucaristía en situaciones de inmoralidad o en la mano,  propiciando el robo del Santo de los Santos. Si seguimos así, haremos perder la fe católica en la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

Muchos en la Iglesia son indiferentes en su trato hacia Jesús Eucaristía. No podemos tomar por buenos abusos que en sí son destructivos. No debemos continuar en silencio: elevemos nuestras voces y defendamos lo más divino y concreto en esta tierra.

No olvidemos las advertencias de Dios por medio de su Profeta a los que tenemos responsabilidad sobre el pueblo: “A ti, hombre, yo te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Pues bien, si tú no hablas con él para advertirle que cambie de vida, y él no lo hace, ese malvado morirá por su pecado, pero yo te pediré a ti cuentas de su muerte.  En cambio, si tú adviertes al malvado que cambie de vida, y él no lo hace, él morirá por su pecado, pero tú salvarás tu vida”, (Ez.  33: 7-9).

+ Rogelio Livieres

lunes, 11 de agosto de 2014

RAZONES DE UNA LITURGIA DEVALUADA (III)

Creatividad humana, liturgia que brota desde la base, son algunas expresiones acertadas para señalar otro de los principios devastadores de la liturgia que Philip Trower analiza en su libro Confusión y Verdad. Aquí nos topamos con una “influencia del subjetivismo filosófico combinada con las ideas políticas democráticas”, dice el autor. Según este principio, la liturgia no es algo que recibimos de Dios a través de la Iglesia, sino que debe ser una expresión de la experiencia popular y de la creatividad humana. Todas las parroquias o comunidades deben, por tanto, hacer su propia liturgia. El cardenal Ratzinger ya había previsto esto como una de las consecuencias de una reforma conducida fundamentalmente por expertos. Al introducir una ‘brecha en la historia de la liturgia’, se creó la impresión de que la liturgia no es ‛algo dado con antelación’, sino ‘algo creado’, que consecuentemente depende de nuestro poder de decisión. De esto se deduce que ‘al final, todas y cada una de las comunidades deben proporcionarse a sí mismas sus propias liturgias” (p. 715). Si bien una liturgia abandonada al arbitrio de la comunidad podría vanagloriarse de aires democráticos, en última instancia, una “liturgia creada por la comunidad local, significa una liturgia planeada por las figuras dominantes del grupo parroquial”, añade Tower con fuerte sentido común (p. 716). Algunos quizás se sientan aliviados del rigor y precisión de las viejas rúbricas, pero no tendrán más remedio que someterse a la nueva y poderosa “rúbrica” que aparece entonces: el diseño artificial de un animador litúrgico o el capricho del celebrante de turno. Y no es raro que ese mismo pueblo al que se le atribuyó un papel litúrgico tan protagónico, termine siendo tratado con los modos más sorprendentemente infantiles que cabe imaginar. 
Esta idea litúrgica encontró un buen aliado en la teología de la liberación y ha marcado durante décadas el decadente ambiente litúrgico latinoamericano. La liturgia debe ser del pueblo y para el pueblo. Belleza, decoro, trascendencia, dignidad son conceptos vedados para una liturgia fuertemente instrumentalizada por fines ideológicos. De este modo, se creó una misa para el pueblo y, como era de esperar, el pueblo dejó de ir a misa.

miércoles, 6 de agosto de 2014

LA LUMINOSIDAD DE CRISTO TRANSFIGURADO

“La liturgia nos invita hoy a fijar nuestra mirada en este misterio de luz. En el rostro transfigurado de Jesús brilla un rayo de la luz divina que él tenía en su interior. Esta misma luz resplandecerá en el rostro de Cristo el día de la Resurrección. En este sentido, la Transfiguración es como una anticipación del misterio pascual.
La Transfiguración nos invita a abrir los ojos del corazón al misterio de la luz de Dios presente en toda la historia de la salvación. Ya al inicio de la creación el Todopoderoso dice: "Fiat lux", "Haya luz" (Gn 1, 3), y la luz se separó de la oscuridad. Al igual que las demás criaturas, la luz es un signo que revela algo de Dios: es como el reflejo de su gloria, que acompaña sus manifestaciones. Cuando Dios se presenta, "su fulgor es como la luz, salen rayos de sus manos" (Ha 3, 4). La luz -se dice en los Salmos- es el manto con que Dios se envuelve (cf. Sal 104, 2). En el libro de la Sabiduría el simbolismo de la luz se utiliza para describir la esencia misma de Dios: la sabiduría, efusión de la gloria de Dios, es "un reflejo de la luz eterna", superior a toda luz creada (cf. Sb 7, 27. 29 s). En el Nuevo Testamento es Cristo quien constituye la plena manifestación de la luz de Dios. Su resurrección ha derrotado para siempre el poder de las tinieblas del mal. Con Cristo resucitado triunfan la verdad y el amor sobre la mentira y el pecado. En él la luz de Dios ilumina ya definitivamente la vida de los hombres y el camino de la historia. "Yo soy la luz del mundo -afirma en el Evangelio-; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12).
¡Cuánta necesidad tenemos, también en nuestro tiempo, de salir de las tinieblas del mal para experimentar la alegría de los hijos de la luz! Que nos obtenga este don María, a quien ayer, con particular devoción, recordamos en la memoria anual de la dedicación de la basílica de Santa María la Mayor”. (Benedicto XVI, Ángelus domingo 6 de agosto de 2006)