miércoles, 31 de agosto de 2016

EL PECADO CONTRA DIOS CREADOR

En un reciente encuentro con los obispos de Polonia con ocasión de la JMJ, el Papa Francisco recordaba un comentario que le había oído el Papa Benedicto: «Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador»; y los invitaba a reflexionar sobre ello: «Lo que ha dicho el Papa Benedicto tenemos que pensarlo: ΄Es la época del pecado contra Dios creador΄». Y una terrible desgracia que conlleva el pecado contra el Creador es que entonces ni el mismo hombre es capaz de mantenerse en su ámbito propiamente humano: cae necesariamente en lo infrahumano. La rebelión contra el Creador se convierte en la propia autodestrucción de la criatura en cuanto tal.
Semanas atrás el Cardenal Angelo Bagnasco decía en una homilía que hoy «se pretende marginar al cristianismo y se quiere crear un orden mundial sin Dios». Pero ese orden mundial sin Dios se vuelve ipso facto en un orden mundial sin hombre, o bien, en el desorden mundial que se origina cuando el instinto humano se desliga de toda verdad y control. Hace años lo hacía notar el filósofo italiano Cornelio Fabro al hablar de la fragilidad de una moral puramente atea o laica. Una moral atea -decía- es una “contradictio in adiecto”, porque es inevitable «que cuando no se quiere reconocer a Dios no se pueden conservar ni siquiera los valores naturales del hombre, sino que se incurre necesariamente en lo infrahumano y en la práctica sistemática de la violencia privada y política. También la moral atea es víctima del prejuicio moderno de la suficiencia del hombre, y no acepta la paradoja advertida ya desde los mejores espíritus de la cultura clásica antes de Cristo: la necesidad del hombre, precisamente para mantenerse en el nivel de hombre, de ser “más que hombre”, esto es, de reconocer la divinidad y aceptar sus leyes» (C. Fabro, Dios. Introducción al problema teológico, Madrid 1961, p. 102). Por desgracia nuestra época parece ser la prueba empírica de lo dicho.

viernes, 26 de agosto de 2016

EL EXILIO DE LOS ÁNGELES


Fruto tardío de la reforma litúrgica fue la aparición del nuevo Bendicional (De Benedictionibus) promulgado el año 1984 en sustitución de las bendiciones contenidas en el antiguo Ritual Romano. Aunque abultado con amplios textos de la Escritura y largas oraciones de los fieles, en el nuevo libro De Benedictionibus sorprende constatar el penoso exilio al que han sido sometidos los santos Ángeles a la hora de bendecir. Así, por ejemplo, en las oraciones para bendecir una casa que ofrece el viejo ritual romano, leemos: “…dígnate enviar del cielo a tu santo Ángel, para que custodie, anime, proteja, visite y defienda a todos los que moran en esta casa.” O bien: “Los ángeles que te asisten en los esplendores de tu gloria habiten aquí y protejan a todos sus moradores”. Entre las oraciones para bendecir a una madre que está pronta a dar a luz, encontramos esta ferviente súplica: “Vengan a morar en ella tus santos Ángeles que custodien a tu sierva y a su hijo, y tu bendición permanezca con ella para siempre”. Tampoco faltan las oraciones a los santos Ángeles en los ritos de bendición para niños. Si se trata de un niño enfermo se ruega a Dios que la vida de este niño o niña “sea protegida en la tierra por aquellos que, sirviéndote en el Cielo, te asisten perpetuamente”. Si se bendice una escuela el sacerdote dice: “Manda a tus Ángeles que la custodien y alejen de ella todo poder del demonio”. Y hoy, que los accidentes de tránsito cobran tantas vidas humanas, no estaría demás este ruego de la antigua benedictio vehiculi: “…manda a tus Santos Ángeles que acompañen este automóvil, para que libren y defiendan de todos los peligros a cuantos han de viajar en él.” Igualmente muchas bendiciones de distintos lugares de trabajo concluyen con una petición a Dios Padre omnipotente para que se digne enviar del cielo la protección de su santo Ángel “para que guarde, favorezca, proteja, visite y defienda a todos los que moran en esa casa de trabajo”. Cuando se bendice un puente se suplica a Dios que envíe su santo Ángel para que custodie ese puente y a todos los que transitarán por él. Al bendecir un campo, el sacerdote pide a Dios que por los méritos y súplicas de los Santos, con su llegada ingresen también los Ángeles y huyan los demonios. Pues bien, nada de esto encontramos en el nuevo bendicional; ni peticiones a Dios para que nos guarde mediante la custodia poderosa de los santos Ángeles, ni oración alguna de exorcismo para vernos libres de cualquier acción maléfica de origen diabólico.
Y me pregunto cuál podrá ser la causa de que se omita en las  nuevas bendiciones –y temo que deliberadamente– toda mención al obrar protector de los ángeles sobre el mundo físico o humano. ¿Se deberá tal vez a un debilitamiento de la fe en la existencia del mundo angélico, o más bien a un sutil “gnosticismo” infiltrado en las convicciones de ciertos teólogos que marginan al mundo sensible de toda posible acción de los espíritus puros? En cualquier caso no querer contar con la ayuda y custodia de estos príncipes celestiales me parece algo presuntuoso.

domingo, 21 de agosto de 2016

SAN PIO X, RESTAURADOR DE LA DISCIPLINA ECLESIÁSTICA

Imagen de San Pio X del Monasterio de Montserrat

«Oh Dios, que para defender la fe católica y para instaurar todas las cosas en Cristo habéis llenado de celestial sabiduría y apostólica fortaleza al Sumo Pontífice San Pío; concedednos benigno que, siguiendo su doctrina y ejemplos, consigamos los premios eternos. Por el mismo N. S. J. C.» (Colecta misa de San Pío X; Misal de  San Juan XXIII)

Sancte Pie decime,
Ora pro nobis


domingo, 14 de agosto de 2016

VIRGEN EXCELENTE

«Virgen excelente, que superas en todo a las madres: tu descendencia te ha elevado y Dios te ha concedido cosas excelsas. Tu fruto está presente sin que la flor de la virginidad se haya agostado. Para tu Hijo eres madre, mas para todos permaneces virgen. Feliz tú que para el género humano, caído bajo el dominio del infierno, te has convertido en vía y carroza que lleva al cielo. Tú eres el palacio de Dios, el ornato del paraíso, la gloria del reino, el refugio de la vida, el puente para entrar en los cielos.
Arca espléndida y vaina poderosa de la espada de dos filos, tú te alzas como altar de Dios y faro de luz. Eres más elevada que los cedros y las altas cimas de los montes. Bajo tus pies, hasta la misma rueda del sol desaparece. Tú eres la primera en el coro de las vírgenes, la única que ha sido preferida a los coros celestiales. Tú eres la arcilla del Alfarero, más hermosa que todos los demás vasos y materia resplandeciente de una nueva creación.
Tú eres el hermoso candelabro que contiene la luz del Verbo; tu forma ha sido esculpida por aquel Artífice que se encuentra por encima de los astros. Eres la sorprendente belleza que adorna la ciudad santa de Jerusalén, vaso colocado frente al templo en honor de Dios. Con tu esplendor deslumbrante superas las puertas de Sión y, gracias al mérito de tu fe, has sido colocada en el trono como la gema más rica. Tu rostro proyecta luz, de tu frente provienen rayos luminosos como saetas; tú haces girar la luz con tus ojos fulgurantes.
Espejo celestial, noble casa del Omnipotente, tú transmites los resplandores luminosos de tu aspecto (…).
Tú llevas un nombre honrado, oh María, bendita en todos los tiempos, obra maestra que alaba al noble Artífice. Dulce doncella, a causa del precioso mensaje del ángel, tienes dones de belleza superiores a los de los demás seres humanos. Más bella que las rosas y superior a los lirios del campo, eres tú la nueva flor de la tierra que el mismo cielo cultiva desde lo alto. Tú eres cristal, ámbar; oro, púrpura, perla blanca, esmeralda; allí donde llega el fulgor de tu figura todos los metales desaparecen. La nieve queda vencida por tu candor, el sol por la belleza de tus cabellos; sus rayos, oh Virgen, palidecen frente a tu hermosura. El fuego del rubí se apaga y la ardiente estrella de la mañana cede en claridad si se compara contigo».
(San Venancio Fortunato, In laudem sanctæ Mariæ, nn. 203 y 209).
San Venancio, nacido hacia el año 530, es uno de los grandes poetas de la Iglesia del siglo VI. Sirvan estas estrofas como filial homenaje a Nuestra Señora en la fiesta de su Asunción.

martes, 9 de agosto de 2016

EDITH STEIN Y LA FUERZA DEL SILENCIO ORANTE

En un hermoso y pequeño opúsculo sobre La Oración de la Iglesia, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (en el mundo Edith Stein), nos muestra el lugar preciso donde se preparan y diseñan las grandes obras de Dios en favor de los hombres. Así dice esta mujer mártir de Cristo y eximia hija de Teresa de Jesús:

«En el eterno silencio de la vida intradivina, se decidió la obra de la redención. En lo oculto de la silenciosa habitación de Nazaret vino la fuerza del Espíritu Santo sobre la Virgen que oraba en la soledad y realizó la encarnación del Redentor. Reunida en torno a la Virgen que oraba en silencio esperó la Iglesia naciente la nueva infusión del Espíritu, que la debía vivificar para una mayor claridad interior y para una acción exterior fructuosa. En la noche de la ceguera, que Dios impuso a sus ojos, Saulo esperó en oración solitaria la respuesta del Señor a su pregunta: ¿Qué quieres que haga? (Hch 9). Y Pedro se preparó en oración solitaria a la misión entre los paganos (Hch 10). Y así continúa siendo a través de todos los siglos. Los acontecimientos visibles de la historia de la Iglesia que renuevan la faz de la tierra se preparan en el diálogo silencioso de las almas consagradas a Dios». (Santa Edith Stein, Escritos espirituales, Madrid 1999, p. 15)

jueves, 4 de agosto de 2016

PRIMERA MISA SOLEMNE EN RITO EXTRAORDINARIO (II)

Verdaderamente extraordinaria, no solo por el rito sino también por la piedad y devoción con que se vivió, fue la primera Misa solemne del padre Adolfo Hormazábal, primer sacerdote chileno del Instituto Buen Pastor, en la parroquia de la Vera Cruz. Como ministros sagrados oficiaron el padre Carlos Cepeda de Diácono, el padre Miguel Ángel Bastias de Subdiácono y el padre Federico Mönckeberg de Presbítero asistente. Familiares y amigos del nuevo sacerdote, junto a muchos otros fieles, acompañaron al nuevo presbítero en su primera Misa Solemne y besaron sus manos consagradas convertidas para siempre en cuna y trono de Jesús sacramentado. 
Un momento de particular emoción, como se aprecia en una de las fotografías, fue cuando la madre del padre Adolfo se acercó a besar las manos de su hijo sacerdote.